domingo, 24 de julio de 2016

Un viaje con el aroma

Anoche, mientras sentía mis dedos en la masa esponjosa, necesite algo más aparte de música para acompañar el momento. Me prepare un mate amargo con yuyos y de repente mi nariz estaba al altura de una mesada de mármol blanca, enharinada, lleno de círculos de masa. Comencé a escuchar la radio am, el olor a levadura me envolvió, me recordé  mirando hacia mi izquierda y ver una señora con delantal que me dice: moja los deditos así, me  toma el  dedo índice y lo humedece en agua para luego pasarlo suavemente, como para dejar un rastro de agüita en el contorno de la masa redonda;luego recordé, que después de mucha práctica y prestar atención fue la prueba final: el como cerrar la empanada árabe para que en el horno no se abriera.

De ella solo aprendí mirando, imagino que también lo hizo mirando y practicando de la mano de su suegra. 
Ella era mi abuela María Luisa, porque así siempre con ese título completo la llame. Capaz que el aroma a levadura de los sábados a la mañana y de su mate con peperina, fueron los que me llamaron en mi cocina.